Publicado: Mié Ene 10, 2007 6:30 pm
Rosa Blanca tiene mucha razón en lo que dice, aunque siendo como soy de los que tienen a Spielberg en un altarcito junto con otros pocos Santos Directores no puedo asegurar una absoluta objetividad.
Hay algo que Spielberg maneja con una autoridad aplastante respecto de otros directores y es el desarrollo posterior a un suceso. Por ejemplo la muerte de Wade o la de Caparzzo.
Sobre Wade todo está dicho en el post anterior(esas últimas palabras de "mama... mama..." marcan para siempre al espectador dotado de un mínimo de sensibilidad). En el caso de Caparzzo sabes que algo va a pasar, que el maldito cuadro de la familia aislada en su destrozada vivienda intentando salvar a su hija va a terminar mal, que alguien va a matar a alguien. Y de pronto llega el disparo del francotirador, seco y mortal, y Caparzzo cae. Hasta ahí es más o menos fácil mantener la tensión en el espectador, siempre que la cuerda no se estire demasiado. Pero ¿y luego qué?
Luego es cuando se demuestra la valía. En un trabajo de montaje y cámara admirables la acción nos pasa de un Caparzzo agonizante a la caza del francotirador en una ida y vuelta constantes. Finalmente el tirador emboscado es localizado y eliminado (ahí tal vez falle algo la espectacularidad exagerada en el disparo que pasa a través de la mira telescópica del alemán) y cuando parece que todo ha terminado, que los soldados vuelven a la misión olvidándose del camarada muerto, es cuando Spielberg da la última vuelta de tuerca con ese plano general de Reiben mirando el cadaver de Caparzzo y diciendo -Jódete, Ryan-.
Esa imagen, toda esa secuencia, ese -Jódete, Ryan-, deberían ser de obligado visionado y ejercicio de mejora si fuera posible en cualquier escuela de cine del mundo mundial.
¿Pero qué secuencia de la película no lo es? Olvidemonos de fidelidades históricas o de tácticas de combate, pensemos sólo en cine. ¿Hay algo descartable? Yo creo que no, pero como dije más arriba objetividad y Spielberg son en mi caso términos contradictorios.
Saludos absolutamente cinéfilos.
Hay algo que Spielberg maneja con una autoridad aplastante respecto de otros directores y es el desarrollo posterior a un suceso. Por ejemplo la muerte de Wade o la de Caparzzo.
Sobre Wade todo está dicho en el post anterior(esas últimas palabras de "mama... mama..." marcan para siempre al espectador dotado de un mínimo de sensibilidad). En el caso de Caparzzo sabes que algo va a pasar, que el maldito cuadro de la familia aislada en su destrozada vivienda intentando salvar a su hija va a terminar mal, que alguien va a matar a alguien. Y de pronto llega el disparo del francotirador, seco y mortal, y Caparzzo cae. Hasta ahí es más o menos fácil mantener la tensión en el espectador, siempre que la cuerda no se estire demasiado. Pero ¿y luego qué?
Luego es cuando se demuestra la valía. En un trabajo de montaje y cámara admirables la acción nos pasa de un Caparzzo agonizante a la caza del francotirador en una ida y vuelta constantes. Finalmente el tirador emboscado es localizado y eliminado (ahí tal vez falle algo la espectacularidad exagerada en el disparo que pasa a través de la mira telescópica del alemán) y cuando parece que todo ha terminado, que los soldados vuelven a la misión olvidándose del camarada muerto, es cuando Spielberg da la última vuelta de tuerca con ese plano general de Reiben mirando el cadaver de Caparzzo y diciendo -Jódete, Ryan-.
Esa imagen, toda esa secuencia, ese -Jódete, Ryan-, deberían ser de obligado visionado y ejercicio de mejora si fuera posible en cualquier escuela de cine del mundo mundial.
¿Pero qué secuencia de la película no lo es? Olvidemonos de fidelidades históricas o de tácticas de combate, pensemos sólo en cine. ¿Hay algo descartable? Yo creo que no, pero como dije más arriba objetividad y Spielberg son en mi caso términos contradictorios.
Saludos absolutamente cinéfilos.